La cooperación es un tema que se viene tocando hace mucho
tiempo pero al parecer por esta época es donde ha cogido su mayor fortaleza y hoy
por hoy, es inevitable decir que hace parte de nuestras acciones diarias y
nuestros encuentros con los demás.
Ese acercamiento no es posible entre meros objetos nada
más, son personas que deben hacer una especie de pacto, crear interés en lo que
hacen y tratar de generar armonía entre los que allí se encuentren. Para lograr
todo esto contamos con una herramienta que la hemos venido utilizando hace
mucho tiempo, pero en realidad, nos falta mucho por aprender de ella, el lenguaje, que incrementa algunas
fuerzas preexistentes que favorecen la evolución de la cooperación, a la vez
que crean nuevas oportunidades para la acción colectiva.
Esta forma de comunicación ha estado en el olvido pero volviendo
un poco más a él, las cosas van a empezar a volcarse de una forma bastante
provechosa; son miles de problemas los que se evitarían: reducirían los malentendidos,
las peleas, los chismes; a participar en la interacción y cooperar para que
salga mejor y establecer equilibrio en
nuestras relaciones con los demás.
Con todo esto no está de más decir que nos pongamos más
en la tarea de volver un poco al pasado, de utilizar toda esa riqueza que el
lenguaje nos brinda y que hemos perdido poco a poco; de forjarnos en sus
fundamentos, en sus pilares y llegar así a ofrecer diversas posibilidades ante
una situación, potencializando el valor de la cooperación.
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